BORRACHERAS
La noche de Reyes es un tanto especial y diferente;pero aparte, en la localidad leonesa de Castrocalbón, también se trata de una noche de obligación. La obligación de seguir escribiendo la historia de una tradición ancestral. Los responsables de que esto se siga cumpliendo son los quintos.
Este año me apetecía escribir sobre el tema,pero me he dado cuenta que hace tiempo; en épocas remotas, ya lo había hecho.
Revista “Fontiñea” allá por febrero de 1988:
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Un año más la historia se repite. Se acercan las Fiestas navideñas y los quintos empiezan a reunirse para trazar los pasos a seguir, en lo que va a ser otro año de tradición.
Cuando uno llega a la mayoría de edad y se corona como “quinto” , sabe que su principal misión, durante estas navidades,es colocar en la madrugada del día seis de enero, un ramo de pino y otro de laurel en cada casa de este pueblo.
Los preparativos comienzan semanas antes. Hay que reunirse y empezar a planificar . Se necesita un permiso del forestal para podar los pinos; hay que buscar una casa donde asentar la sede para reunirse,comer, beber….necesitamos tractores para el transporte de los ramos; hay muchas tareas por hacer. ¿ Y el laurel? Hay que preguntar a los vecinos para ver quien nos lo da. Se necesita mucho y hay años que no hay suficiente. En varias
ocasiones se ha llegado a robar en pueblos vecinos. No todo vale, pero nadie quiere ser el primero en romper la Tradición.
Con estos afanes y estas penas van transcurriendo las Navidades para los Quintos, hasta que llega la Gran Noche en que tendrán que cumplir con su compromiso como quintos del 88.
La noche suele ser dura. Los agentes atmosféricos en estas fechas suelen castigar a los jóvenes. Años de frío, agua, nieve, nunca podrán ser un inconveniente para que la historia se repita.
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Los primeros ramos en poner, serán los del Barrio de Arriba. Unas horas después de la puesta del sol, los quintos realizarán esta tarea, mientras las quintas preparan la cena en la casa donde se han ubicado, para más tarde; todos juntos, cenar como una gran familia que son. De obligado cumplimiento, después de la cena, es visitar la discoteca. Bailarán, beberá, gritarán “vivan los quintos”, romperán algo … para eso son los quintos.
A los dos de la madrugada hay que volver al “tajo”. Se abrochan bien los “tabardos” y se aprovisionan de un par de botellas de orujo o coñac para combatir el frío. Empieza el verdadero calvario. En esta ocasión no hay distinciones; quintos y quintas se encargarán de repartir los ramos de pino y laurel, las tarjetas y los caramelos. Casa por casa hasta recorrerlas todas, que suele ser a las seis o las siete de la mañana.